Hoy en día poder consumir menos energía no solo ayuda a proteger los gastos, sino en proteger el medio ambiente. La eficiencia energética es tal cual la capacidad de reducir la menor cantidad de energía posible, sin sacrificar el confort ni la funcionalidad para quienes lo habitan. Un edificio eficiente logra mantener una temperatura agradable, una buena iluminación y ventilación, pero gastando menos electricidad y gas.
Esto es vital porque los edificios son responsables de una parte significativa del consumo de energía, de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. Mejorando la eficiencia energética, se reduce la huella de carbono de una propiedad, mientras que se logra un ahorro económico a largo plazo.


Beneficios de la eficiencia energética
1. Ahorro en el consumo de energía: Un edificio así necesita menos energía para calentarse o enfriarse, lo que se traduce directamente en una reducción en los recibos de luz y gas.
2. Mayor confort para los ocupantes: Un buen aislamiento y una correcta ventilación mantiene una temperatura interior estable, eliminando corrientes de aire, puntos fríos o calientes y ruidos del exterior.
3. Aumento del valor del inmueble: Los edificios con alta eficiencia energética son más atractivos en el mercado inmobiliario, lo que aumenta su valor de renta o venta.
4. Contribución al medio ambiente: Al consumir menos energía, se reduce la emisión de gases contaminantes, ayudando a combatir el cambio climático.
5. Durabilidad de la construcción: Los materiales y sistemas que se usan para reducir la energía, a menudo protegen al edificio de la humedad y el deterioro, prolongado su vida útil.
3 Cuidados para la eficiencia energética en un edificio
Para que un edificio sea realmente eficiente, es necesario tener en cuenta el mantenimiento y la protección, especialmente en las superficies que lo separan del exterior, como techos, muros, ventanas y pisos.
1. Impermeabilización de techos
Un techo bien impermeabilizado no solo evita goteras, sino que actúa como una barrera contra el calor o el frío extremo. Los sistemas de impermeabilización, con acabados blancos o reflectivos, son muy eficientes para desviar el calor solar, manteniendo el interior más fresco y reduciendo la necesidad de aire acondicionado.


2. Sistemas de fachada aislante
Este tipo de fachadas son una de las principales fuentes de pérdida o ganancia de calor, un sistema de aislamiento térmico exterior o SATE, así como los recubrimientos especializados en muros puede reducir el uso de climatización en un 40% o más, manteniendo una temperatura constante.
3. Azotea verde o roof garden
Construir un roof garden es uno de los mejores aislantes naturales, por qué la capa de tierra y vegetación absorbe el calor del sol, reduciendo la temperatura del edificio y, de paso, mejora la calidad del aire del entorno, además de que ayuda a gestionar el agua de lluvia.
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