Al pensar en proteger nuestros espacios del fuego no solo es minimizar los daños a nuestras pertenencias, también significa permitir que todas las personas puedan salir y ponerse a salvo o dar más tiempo a que la ayuda pueda llegar a controlar la situación. Si has estado buscando como mejorar la protección, entonces seguro has escuchado de los recubrimientos intumescentes o ignífugos, pero ¿son lo mismo?
Los recubrimientos son, como tal, un material que se aplica sobre una superficie y evita que el fuego se propague. Ambos se pueden colocar en grandes edificaciones, sin embargo, aunque los intumescentes e ignífugos suene igual y ayuden contra el fuego, no son exactamente iguales ni se colocan en las mismas superficies.


¿Qué son los recubrimientos ignífugos?
También se les conoce como retardantes de fuego y son materiales que se aplican a diferentes superficies para inhibir la flama y evitar su propagación. Piensa en ellos, como una barrera que aguanta el calor para que el material que está abajo no comience a quemarse tan rápido, aunque es importante entender que no hace que el incendio se apague, solo retrasa el tiempo.
¿Y los recubrimientos intumescentes?
Imagina un edificio que sufre un incendio, su estructura de acero es resistente, pero no invencible y podría fallar, especialmente si el incendio ya duro mucho tiempo, aquí es en donde entran los intumescentes. A diferencia del material anterior, estos se inflan o expanden hasta 40 veces su tamaño cuando están en contacto directo con el calor y de esta forma evitan que las estructuras puedan debilitarse durante un incendio.


¿Cuál es su diferencia?
La diferencia principal entre estos dos protectores contra el fuego está en cómo actúan, los recubrimientos ignífugos evitan que el material se incendie, en cambio, los intumescentes son más reactivos, expandiéndose al sentir calor y aislar las estructuras. Aunque no son sus únicas diferencias, también se usan en lugares diferentes.
Los intumescentes son ideales para las estructuras de concreto y acero, además de que pueden evitar que el acero se oxide, por otro lado, los ignífugos son más versátiles y pueden aplicarse en madera, tela, papel, cables o incluso en techos de palapas. ¿Cuál es mejor para ti? La clave está en pensar qué es lo quieres proteger y qué normas de seguridad hay en tu lugar, en ocasiones puedes usar los dos juntos y lograr una protección completa.
Una vez que has entendido la diferencia entre recubrimientos, la decisión puede ser más fácil. Contáctanos, resuelve tus dudas y pregunta por tus productos necesarios.